Juan Salvador Gaviota pasó el resto de sus días solo, pero voló mucho más allá de los Lejanos Acantilados. Su único pesar no era su soledad, sino que las otras gaviotas se negasen a creer en la gloria que les esperaba al volar; que se negasen a abrir sus ojos y a ver. Aprendía más cada día.
4 comentarios:
Muy buen libro :-)
Besos
Si aynara yo tambien pienso lo mismo
Aprender a volar.. aprender a vivir..
a todo esto: una foto muy bonita :-) saludos cordiales
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